en g bemol

La magia fiestera del youtube abril 17, 2009

Para Erne y Mariana

Bere, Jon y la Macumba

Ara y Gabo

Quetzal

(¡comadres! ¿dónde estaban?)

y para quienes les guste

youtubear en las fiestas…

En el pasado, cuando armábamos fiestas preparatorianas, recuerdo que la música siempre estaba presente. Siempre había música: casetes (sobre todo), algunos discos compactos (dc), pocos porque no era fácil tener dc originales, así que la opción “ejerzo-por-la-libre-mi-derecho-a-la-cultura” eran los casetes, grabados con diversidad lúdica.

casete-en-bubble-columnsCon los años, como todos sabemos, tecnología fue evolucionando. Y la de las fiestas en las que la música es imprescindible (¿hay otras?) obviamente también. De repente ya podíamos armar dc con canciones diversas. Para escuchar en el “estéreo”. Luego, en mp3. Poco a poco fuimos sustituyendo nuestros casetes y sus reproductores por aquellos de disco compacto. Y ahí andábamos con un reproductor (¿gigante?) de discos compactos. Yo la verdad es que le agarré tanto cariño a mi reproductor de casetes que creo que lo seguí usando buena parte de la universidad (estamos hablando de los noventa… finales finales jejeje).

Y de repente, ya teníamos música disponible todo el tiempo con minibocinas que le suben bastante para ser tan mini… (medio gacho a veces, pero ya enfiestado pues qué importa… dicen…); gigas y gigas de música “al oído al portador”. Bueno, más o menos porque ese Ipod tan famoso que tiene que ser crakeado para poderle sacar las canciones para compartir, —com-par-tir, una de las cosas más buenas que tiene la música, que es fácil de compartir y hace feliz en el proceso a ambas partes— será tema de otra entrega, porque en lo personal, me choca esa característica de no-compartición.

El caso es que de repente estamos rodeados de toda clase de artilugios tecnológicos que nos permiten —si puedes comprártelo, claro, aunque hay de muchos precios y diversas calidades— musicalizar la vida. El soundtrack de la vida. Hmnnnn…. ese también es otro temón.

Pero hoy además hay otra cosa, que converge pero no es lo mismo. Ahora con este “boom” de las redes sociales, en las que las personas necesitamos una computadora para comunicarnos con las personas que nos rodean —a veces no pues, pero es carrilla—, está “eso del youtube”. Y es que en youtube podemos ver de todo. Literalmente de todo: corridos y mensajes de unos narcos a otros narcos; vídeos de programas de la infancia, que nos llenan de nostalgia; series completitas, en idioma original, doblada al ______________, subtitulada al _________; y música. Sí, muuuuuuuuucha música esperando ser escuchada —¡¡¡y vista!!!— por el expectante espectador.

Con una compu con una más o menos buena conexión a Internet, ya armaste la fiesta. Cada miembro de la fiesta se vuelve un “youtuber” y “youtubea”.

Nosotros, me refiero a algunos amigos y yo, como nos respetamos un montón, ya saben, tomamos turnos para “poner canciones”. Entonces normalmente ocurre que empezamos de lo más sofisticado a lo más cursi y chistosón. Ya saben, comenzamos con una versión rarísima de Marisa Monte cantando una versión de Give me love de George Harrison, o algo así hasta que al final, nunca falta La maldita primavera, en casi todas sus acepciones: Yuri, Loretta Goggi y Javiera y los Imposibles.

yuri-maldita-primavera

Entonces, una vez atrapados en la magia del youtube —onda 2,30am— se emprende un camino sin igual en el que se va de la cumbia al rock, de la polka italiana a la balada romántica, de la canción clásica francesa al pop ochenteno onda Eye of the tiger, de la minisesión de rock sesentero a dos tres reggaetones y así progresivamente. Hasta que ya cuando se vuelve a hacer temprano… llega el momento de parar. Y es difícil. Porque casi siempre a todos se nos ocurre otra canción cursi, chistosa, antigua, horrible, bonita, excelente… qué poner.

En ese momento priva la razón y la conciencia. Y casi siempre alguien pone una canción de despedida. Y mi amiga Marianap me dijo hace poco que en su turno, ella pondría Dancing with myself, versión de La Nouvelle Vague y no podría estar más de acuerdo con su elección. Ahí se los dejo de despedida ¡Salú!